Virgen con el niño y San Juan (1505 –1506)
El arte de Rafael, considerado el pintor más significativo del alto renacimiento, se convirtió en un modelo para las generaciones siguientes. Sus creaciones se caracterizan por alusiones a obras del pasado, pero siempre de manera personal. Fue un pintor fiel a lo real, aunque con una clara finalidad idealizadora y simbólica. Dibujante de una gran calidad, Rafael le dio la misma importancia al dibujo que al color, al que se consagra como un gran especialista.
En repetidas ocasiones pintó a la Virgen en un paisaje, con Jesús y San Juan Bautista. Esta obra suya refleja cierta influencia de Leonardo, especialmente del cuadro “Santa Ana con la Virgen y el Niño”. La disposición de las figuras –un niño de pie y el otro de rodillas delante de la Virgen, ligeramente desplazados del centro hacia la izquierda- los sitúa en un triángulo casi isósceles, mostrando la perfecta geometría por la que se regía Rafael.