Cristo en el monte de los olivos, hacia 1460
Andrea Mantegna es considerado uno de los máximos representantes del Quattrocento italiano. Sus obras se caracterizan por un dibujo preciso y detallista y por un gran dominio de la perspectiva. Uno de los grandes aportes de Mantenga a la pintura contemporánea fue la de dotar de una forma escultórica a las figuras, tomando las ideas de Masaccio y llevándolas a su máxima expresión.
La nitidez gráfica de las líneas, del paisaje y de las vestiduras en “Cristo en el Monte de los Olivos” hace pensar que Mantegna lo realizó hacia 1460, cuando aún estaba influido por Donatello y Bellini. El gesto de Cristo mirando a los ángeles es subrayado en su expresividad por las diferentes alturas del paisaje en el primer plano y en el fondo, por la silueta ascendente de la ciudad y por las tropas que se acercan por la derecha, en el plano central.
La cordillera del fondo y la silueta de Jerusalén, así como la imagen urbana de algunos motivos de la Roma antigua y medieval, revelan el interés de Mantenga por la antigüedad.