El entierro de Cristo (hacia 1602 – 1604)
Michelangelo Merici, más conocido como Caravaggio -el nombre de la aldea en que nació-, fue de los más grandes representantes del barroco italiano. Dentro de sus valiosos aportes a la pintura esta la creación del “tenebrismo”, una nueva forma de pintar consistente en representar superficies lisas de color, muy iluminadas, contrastando violentamente con oscuras zonas de sombra, lo que se traduce en un notable dramatismo para la escena. En “El entierro de Cristo”, Caravaggio expresa el profundo dolor y el desconsuelo de las figuras a través de gestos muy elocuentes. Gracias a la luz que se contrapone al fondo oscuro y que moldea los cuerpos, sobre todo el de Cristo y el de la lápida incluida en la escena, el pintor consigue un efecto impactante.
Por su forma de representar a los personajes sagrados en sus pinturas, Caravaggio sufrió inicialmente el rechazo de parte de la Iglesia, ya que hasta ese momento sólo estaba permitido mostrarlos como seres idealizados, sobrenaturales. En cambio, a través de la expresividad del dolor, el artista los llevó a una dimensión humana común y corriente, muy alejada de los códigos imperantes hasta entonces.