La primavera (1573)
Después de trabajar con su padre en vidrieras, tapices y frescos, en 1562, el artista italiano Giuseppe Arcimboldo es llamado a la corte del rey Fernando I de Praga para trabajar como retratista, donde además diseña vestidos y decorados. Tanto en sus retratos como en sus alegorías fantásticas, desarrolla un estilo muy particular, componiendo cabezas con frutas, plantas, animales y objetos creados por el hombre, como si se tratara de naturalezas muertas. Esta originalidad le vale muchos detractores, que consideran sus obras de mal gusto y de temáticas demasiado extravagantes. Como típico representante del renacimiento, Arcimboldo trabaja en infinidad de proyectos, entre ellos, la construcción de máquinas adelantadas para su época, en las que predominaba la fantasía.
En “La primavera”, de la serie “Las cuatro estaciones”, el artista aprovecha las formas de plantas y flores para modelar la cabeza y el torso de la figura. A pesar de su genialidad creadora, Arcimboldo cayó en el olvido y no es valorado hasta principios del siglo XX, cuando algunos pintores surrealistas lo redescubren y asumen como una influencia significativa: hoy es considerado un artista imaginativo y revolucionario para su época.