La virgen (1913)

Gustav Klimt es un importante pintor austriaco cuyas obras han sido causa de controversias. Consideradas por algunos como demasiado decorativas, se ha intentado privarlas de la categoría de “gran” arte. Pero otros historiadores valoran sus creaciones y lo consideran un artista culto y sensible, sin desconocer su cercanía a una fórmula decorativa con implicaciones simbólicas.

En su cuadro titulado “La Virgen” aparece un grupo de cuerpos trenzados, ornamentos, flores y cintas a la deriva en una superficie difusamente oscura. La virgen yace en el centro de la composición, ataviada con un largo y decorado vestido en tonalidades moradas. Ella aparece dormida, lo que se interpreta como la conversión de la joven muchacha en mujer al ser rodeada por sus sentidos que, al despertar, la conducirán al éxtasis amoroso. En su pintura Klimt utiliza colores puros, aplicados en algunas zonas en pequeños trazos que asemejan la estructura de un caleidoscopio. El pintor juega de modo confuso con los atractivos y las sensaciones de los materiales, colores y ornamentos, con la oposición entre la figuración concreta y la abstracción.