La tabaquera (1755)
El artista Jean-Baptiste Simeon Chardin, pintor francés del siglo XVIII, supo representar en sus obras momentos de paz con gran intensidad poética. Gracias a su colorido muy matizado, al orden aparentemente casual de los elementos en el cuadro y a la falta de acentos luminosos, logró combinar los modelos flamencos con la tradición francesa. Con ello elevó el nivel de las naturalezas muertas y otros temas pictóricos hasta entonces considerados secundarios.
Observar “La Tabaquera” permite comprender por qué Chardin debe su fama a la naturaleza muerta. En ella representa las características distintivas de sus cuadros: el color mate, “velado”, una luz que renuncia a todo brillo extremo y un contenido que busca la identidad con la representación.
Objetos cotidianos como una sencilla jarra, una tabaquera, una pipa, no son elementos que impliquen mayor trascendencia o encierren alguna clave simbólica, pero la forma y perfecta armonía en que son representados por Chardin los enaltece y hace protagónicos.