Retrato de un joven (1726)

El siglo XVIII es testigo de cómo las mujeres comienzan a participar de la enseñanza de las artes plásticas. Aunque todavía es difícil que sean admitidas en las academias de arte, algunas lo consiguen, pero no en igualdad de derechos que sus colegas varones. Un ejemplo es la reconocida pintora Rosalba Carriera, nacida en Venecia en 1675, artista representativa del estilo rococó. Su habilidad en un género que estaba muy en boga en toda Europa –el retrato-  le valió la fama de gran artista.

Inicialmente realizó miniaturas, pero luego se decidió por el formato grande y se centró en la pintura al pastel. Sus grandes dotes como retratista le permitieron plasmar con maestría los rasgos del carácter de sus retratados, la mayoría pertenecientes a la realeza europea, como Augusto el Fuerte, rey de Polonia, y Luis XV, rey de Francia. Rosalba Carriera ejerció una influencia duradera en la pintura francesa al pastel, técnica que no fue inventada por ella pero que, gracias a su dominio, consiguió imponer una nueva forma pictórica que predominaría en la fisonomía de las figuras de aquella época. En sus últimos años Carriera fue perdiendo paulatinamente la vista, lo que la obligó a abandonar la pintura.